pájaro volando

1 dic 2013

"El Maestro de los Tiempos" de la autora, Virginia Dangma




De la escritora Virginia Dangma -autora de Avisos del cielo- nos llega la primera parte de la apasionante obra El Maestro de los Tiempos. Sus trascendentes textos despiertan una provocativa polémica sobre juicios de hondo calado, gracias a las enseñanzas que evocan sobre la ética y la conducta moral en los albores de este siglo. Dichas máximas llegan hasta nosotros en una forma de experiencia cuyo fin, más allá de las palabras, es subyugar el alma humana. El conocimiento transcrito recogido en ellas supone un compendio de saber ecuménico que sólo una mente aleccionada por la grandeza del espíritu es capaz de trasladar. Se trata de la humilde sabiduría que ha permitido el avance del mundo, adentrando a todo aquel que lo deseé en las leyes que rigen el cosmos. Junto a su guía, Eyin, la autora nos propone caminar a su lado en un viaje espiritual que llevará al lector a peregrinar en el tiempo 30.000 años atrás. En él asistiremos a la génesis de la gran creación mediante un cúmulo de reflexiones e inquietudes existenciales que nos acercarán a comprender parte de la esencia divina que actúa en un Todo universal y viviente. «De lo finito a lo infinito» es, en esencia, el testimonio que subyace en la capacidad de la escritora para promover el bien común, cuya octava superior es el amor místico que ofrecemos a los demás elevando lo que somos hasta estados que solo es posible imaginar.



Prólogo


La presente obra supone el primero de las dos partes que componen el Maestro de los Tiempos, escrito por la contactada y divulgadora Virginia Dangma, autora de Avisos del Cielo.
Permita el lector una reflexión antes de proseguir con este prólogo, en alusión a la razón que se desprende de la moral, de la ética y de las cosas claras e inteligibles, que solo aquel que ha comprendido las bases del respeto y del amor más allá de la incongruente sociedad, se halla, por acción meritoria, en condiciones de divulgar - tal vez - aquello de lo cual se intuye pertenece a la verdad. Conocer lo que ya he dicho supone, al parecer, el mayor de los secretos al que la mente puede acceder, pues si no fuera así, todos participarían de ello. Así, de quien comprende esto se dice posee la llave maestra y el mayor honor que un alma puede llegar a ostentar.
Los textos de Dangma recogen la presunta vida y el pensamiento transcritos de seres de diversos puntos y planos del Universo. Guías y maestros, la han considerado una pupila cósmica aleccionándola durante el paso de su vida, para acceder a los estados mayores de la conciencia humana. A través de su obra, la autora se adentra en los primeros pasos de su vida narrando hechos insólitos de los que se puede decir como mínimo, que han transformado por completo la trayectoria de su vida. Según relata, es guiada por una mano segura, amiga - algo que en ésta y en cualquier otra época no se podría considerar por debajo de lo puramente divino - para recorrer miles de yardas sobre un territorio que le es hostil, y, en contra de todo pronóstico, culmina con la colosal tarea de llevar palabras de luz a los corazones más allá de las fronteras del mundo, salvando todas las distancias. No hay logro de esta envergadura - Cógito - que se rinda ante menos valor y a no menos fe.
El Maestro de los Tiempos representa, en esencia, la profunda comprensión de las experiencias por las que ha sido tutelada desde su niñez y que confluyen en lo que ella misma ha denominado como sus dos etapas; una primera de introducción y aprendizaje, y otra segunda de razonamiento y asimilación. En él nos entrega sus máximas universales más allá del espacio, del tiempo, y bien podrían ser las bases de la futura élite social; quimera y anhelo de un súper hombre cuya sabiduría y esfuerzo se enfoca en un bien común considerando así que todo lo demás, es polvo y aire.
Su sencillez en el lenguaje declaran una obra arto compleja en accesible a todos aquellos que, en la finitud que promueve la existencia, buscan con anhelo la realidad última en el panteón de todos los sueños que yacen libres en él.
A lo largo de toda sus conversaciones, se declara una y otra vez la volatilidad del ser humano y la doctrina firme de que el alma que abandona al cuerpo, es guiada a través del corpus universal - una escala de grados en la que se asienta toda realidad posible – para finalmente elevarse y evolucionar hacía nuevas formas de energía que participarán de la nueva vida, siendo así capaces de comprender más. En una esgrima de preguntas y respuestas; se revela desde una dimensión espiritual, Inhajs, el maestro y mil veces reencarnado, instructor de mentes que enarbolan un ideal elevado y dirigido a consolidar la armonía cósmica. Así comienza este periplo, que la aventurará desde la génesis de nuestra raza, pasando por todo tipo de reflexiones e inquietudes existenciales, y el discernimiento, de cómo actúan las leyes universales en una creación tangible e intangible, hasta aquel excelso bastión, que se intituló “la isla de la luz”
De lo finito a lo infinito alcanza su momento de apogeo en forma exponencial cuando la mente de la autora, catapultada hacia tiempos pretéritos, se pierde en la experiencia de lo que posiblemente sea el mayor viaje astral del que se tiene referencia alguna. De la mano de su guía, Eyin, es separada de nuestra época 30.000 años para contemplar en plenitud la vida de Kolpen, figura que coincide con el Toth o Hermes de las tradiciones egipcia y griega; dado lo arcano en sus escritos o hermética - es como se denomina al compendio de todas las obras cuya auditoria se atribuyen a Hermes Trismegisto – ha sido relegado en el común de los casos al mundo profano.
Sólo al final, donde concurren muchos de otros finales, se halla el compendio del saber trascendental; de inexorable finalidad es el reflejo de nuestra propia esencia, legada en cada una de las eternidades, donde el libre albedrio, decidirá nuestro destino individual en la “ley de la selección de almas”. De ese modo, el Hombre que vive comprende lo que es, hasta que ya no necesita buscar más, y será ahí que encuentre, en la capacidad de amar, que su continuidad anida en saber amarlo todo.

Enrique de Asís